Jornada apacible en el día de hoy, con tiempo primaveral, aunque con cierto viento que ya a primera hora se hacía notar en la estación de autobuses donde nos juntamos 10 notingueros (Santi, Bolivar, Andrés, Koko, Pichot, Chelo, Manu, Moisés, Domi y Guti) con ganas de afrontar esta bonita travesía. Cargamos las bicis en la furgoneta del Chirri, que poco a poco se está haciendo imprescindible en nuestras salidas, y nos desplazamos hasta Frailes en la propia furgoneta y en los coches de Koko y Chelo. El Ford del Chelo, ya de inicio, daba muestras de resaca tras el largo invierno a la interperie, aún así nos condujo hasta el lugar donde estaba prevista la salida, ese en el que los fraileros "sacan la pava a bailar" allá por San Pedro y a primeros del mes de Agosto. Allí estaba esperando José Manuel que se unió al grupo. Descargamos las bicis, algunos ajustes mecánicos (gracias Andrés) y sin más prolegómenos iniciamos el ascenso. La partida de poker estaba servida y las cartas sobre la mesa; un servidor, sabedor de que entre sus manos no contaba con buenos naipes, nada más comenzar la primera mano se juega un farol, manteniendo un ritmo bueno durante el primer ascenso y coronando en cabeza el puerto de Los Rosales. El resto del personal, conscientes de que la batalla y los puntos estaban en los molinos, reservaron sus bazas para más tarde. Yo, que en estos momentos de temporada voy con lo justo,... decidí probarme y emplear algunas fuerzas por si para después era demasiado tarde. Echamos un trago en la fuente, nos reagrupamos y retomamos la marcha; las sensaciones eran buenas, iniciamos el descenso y al poco, comienzo a echar mano por todos lados y no encuentro las gafas,... "¡Me cago en to mi casta..., ya me las he dejao en Los Rosales!", media vuelta, sube de nuevo a la ermita, baja a Los Rosales, vuelve a subir, enlaza con el grupo... en fín, poco trayecto, pero un esfuerzo extra inesperado. Los que practicamos un ciclismo a la antigua usanza, menos técnico, sin pulsómetros ni "gepeeses", más visceral, nos movemos por sensaciones, movidos más por el corazón que por la cabeza, aunque en numerosas ocasiones cometemos errores que a la postre nos pasan factura. Vuelvo a conectar con el grupo que había parado en Cerezo Gordo a esperarme y cual es su sorpresa, cuando ven que aparecemos dos,... y es que en los Rosales me he encontrado con Eduardo, que con la intención de salir con nosotros se ha presentado en la estación a la hora de costumbre, las 10, y se ha encontrado el nido vacío. No obstante, lejos de tirar para otro lado, ha culminado todo el trayecto a golpe de pedal hasta dar con nosotros. Una vez barajadas nuevamente las cartas, continuamos la marcha e iniciamos la subida hasta los aereogeneradores, dando paso así a la segunda mano del juego; la gente se mira sigilosa y empiezan los primeros movimientos: voy, voy también, las veo y subo dos, las doblo,... arrancando en cabeza un grupito formado por Chelo, Domi,... entre otros. Sigo su rueda durante un rato pero el escaso fondo de armario se hace notar y empiezo a verme rebasado poco a poco a medida que vamos trazando las "Zetas" sobre las faldas de la montaña. En unos lances nos vemos ayudados por el factor viento, en otros nos retiene dificultándonos la progresión... al final, llegamos hasta arriba en un pelotón bastante estirado aunque sin grandes diferencias, comandado por Eduardo y Chelo, a los cuales hay que darles la máxima puntuación en la montaña, pues han entrado al unísono y como aún no disponemos de foto finish... (to se andará); tras ellos entra Guti seguido de Domi. Después llegan juntos Bolivar y Moisés, les sigue Pichot y tras él Santi, Koko, y un servidor que al final se ha exprimido para dar caza a Andrés, entrando ambos de la mano empujados por el vendaval de aire. Impresionante la fuerza del viento allí arriba e impresionante la batalla que mantenían los molinos enfurecidos abofeteando la Sierra del Trigo. Si hubiera estao allí hoy el ilustrísimo Don Quijote,... esto si son molinos y no los que describía Cervantes,... En vista del panorama, decidimos iniciar el descenso y tomar el "piscolabis" abajo, aunque en nuestro intento de retomar la bajada, una ráfaga alocada, proveniente de no se sabe donde, nos golpea de costado hasta casi tirarnos y nos hace casi imposible volver sobre nuestros pasos. Por fin nos lanzamos, y después de tantas trabas, nos empuja con fuerza como si quisiera expulsarnos de sus dominios hasta el punto de rebasar los 65 km/h sin tocar pedal. Aquellos que no hemos podido lucirnos en la subida, nos la jugamos en la bajada, afrontando algunos riesgos innecesarios, pues el firme no estaba para muchas bromas. Nada más comenzar el descenso nos encontramos con José Manuel, que afrontaba sus últimas rampas, y le invitamos a dar media vuelta, pues en un día como el de hoy, arriba no se le había perdido nada. Abajo del todo, montamos el avituallamiento y sopesamos la posibilidad de emprender la vuelta por la zona de los cortijos, pero al no haber consenso desechamos esta opción, otra vez será... Comenzamos la subida hasta la ermita y nos relajamos contemplando diferentes aguaceros, uno de los cuales cruza el carril, invitándonos a ponernos en remojo, así como el discurrir de un arroyo al margen izquierdo del camino, abriéndose paso por donde puede y bifurcándose en dos cuando el terreno y la maleza obstruyen su paso. En esto que vemos que falta gente, el Chelo ha roto una pieza del cambio y viene corriendo empujándole a la bici, se vé que ya presagiaba su destino y por eso se ha puesto las zapatillas de running. El amigo Eduardo va a hacer el recorrido completo en bici y sale delante, los demás esperamos a estar todos y afrontamos la bajada de Los Rosales a un ritmo de vértigo. Y al llegar al punto inicio, la anécdota de la jornada; el Ford del Chelo que no arranca, nos recorremos medio Frailes empujándole hasta que se queda tirao en la puerta del cuartel, "cualquiera que lo vea va a pensar que es un coche bomba", pienso yo. Al final, con la ayuda de un guardia, le hacen una chapucilla e intentamos arrancarlo nuevamente hasta que el tubo escape pega un explotío,... y cuando todos nos dábamos por vencidos y estábamos preparando el cartel de SE VENDE, resulta que hecha a andar en tercera "pegándose peos" y no volvemos a verle el pelo hasta que lo encontramos aparcao en la cuesta "La Malena". Al final, hemos pensao en darle otra oportunidad, así que no lo vamos a vender; le vamos a poner unos vinilos con el Logo de los Notingan y nos lo quedamos de coche escoba, pa apoyo logístico en nuestras salidas,... Apenas 30 kilómetros de trayecto, aunque de cierta dureza, con una rampa de inicio en donde a más de uno se le han atragantao las magdalenas. Lo mejor la hora de llegada, las una y poco, a tiempo de ponernos hasta el culo de cervezas en el Bar Madrid (hoy Sergio debería doblar la puntuación a los más viciosos). Por cierto, que había un nene porculero correteando, que a la primera de cambio nos ha tirao la tapilla de bacalao al suelo, ¡cagüentó su generación!, aunque luego lo hemos arreglao con las alillas y la tintorera. Otro detalle, nada más llegar al bar, y después de tantos avatares, el Chelo ha alzao el tubo de cerveza y mirándonos con una sonrisa picarona ha soltao: "Hoy mojo seguro", para delicia del personal, que acto seguido nos hemos descojonao y desde aquí le deseamos que así sea. Pues esto ha sido todo en la jornada de hoy. Hasta la próxima.
